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Dos jóvenes estudiantes de una escuela americana que han sido víctimas de los “bullys” adolescentes, que no escalaron la empinada jerarquía que surge en high school; a quienes sus padres y su maestros, sumergidos en sus asuntos, ignoraron; deciden “tomar armas en el asunto.” Esta no es una historia desconocida para todo aquel que conozca medianamente la historia contemporánea estadounidense. De ser un evento sorprendente para la comunidad internacional actual tras el asesinato masivo del Columbine High School, se volvió un mecanismo recurrente que utilizan los jóvenes norteamericanos que se sienten amenazados por las redes sociales que los rodean, que tienen sus corazones llenos de odio y sus mentes ahogadas en miedo. El director Gus Van Sant logra, exitosamente, reproducir uno de estos eventos, al cual titula, en honor a la película de Alan Clark, Elephant. El film comienza con una serie de planos secuencias que van de un personaje a otro; llevándonos por una serie de recorridos que nos presentan a los personajes que podríamos llamar principales dentro del conflicto que viven Eric y Alex en su escuela. Una vez introducidos estos personajes y de dar repetidas vueltas por las aulas y pasillos de la escuela entramos en flashbacks que nos dan a conocer cómo ha sido el pasado reciente de estos chicos y nos conducen a casa de Alex en donde acontecen los preparativos.
A pesar de que el film fue el primero en tratar las masacres de escuela luego del lamentable evento en Columbine, su trama, su argumento; su guión y sus actuaciones no son innovadoras ni excepcionales. Sin embargo, técnicamente logra un juego entre tomas y personajes; entre lugares y tiempos que acompañados de un timing agudo y de una bellísima fotografía hacen de éste uno memorable. Además pone en cuestión el origen de las ideas, habilidades, libertades, materiales y motivaciones de este par de jóvenes que parecen profesionales así como los que fueron fuente de inspiración para su construcción y como aquellos que diez y siete días luego del estreno de la película repitieron, una vez más, una masacre estudiantil a mano de dos chicos “rechazados.”
Producido por Diane Keaton, contó con la actuación de actores naturales, característica que, junto con la dirección de cámara, permitió una suerte de ambiente documentalista que permite al espectador una particular posición en el tiempo y en el espacio en el que acontece, logrando que éste logre identificarse y revivir ( en cierta medida) las sensaciones vividas en los pasillos de la escuela. La dirección de Van Sant logra escalofriar al público razón por la cual su film fue altamente aclamado y merecedor de la Palme d’Or, en el Festival de Cannes del 2003 entre otros.